Hay un recuerdo que quiero compartir con ustedes, uno que suele venir a mi mente, creo que para recordarme la importancia de lo simbólico.
Era muy pequeña, tendría entre dos y tres años, cuando una noche, mi madre me despertó repentinamente. Estaba emocionada, alegre. Me alzó en sus brazos y salimos a la puerta de casa, sobre la hermosa avenida de los Tilos.
La imagen que quedó grabada en mi memoria es como un cuadro en movimiento: los Tres Reyes Magos pasando lentamente frente a nosotros. En aquella época, la fiesta mas importante para los niños era la Noche de Reyes. En cada casa se preparaba su llegada con ilusión, se los esperaba con ansias. Poníamos tazones con agua, pasto y algún cereal para que los camellos se pudieran alimentaran y continuar su viaje.
Esa noche, imborrable en mi recuerdo, me encontré con ellos. El efecto que causaron en mi, fue inolvidable, pasaban frente a mí como en cámara lenta, transmitiendo paz y felicidad, emociones que atesoro en mi corazón. Hoy entiendo que las emociones de la madre son asimiladas por los hijos, y seguramente ella experimentaba la alegría de poder mostrarle a sus hijas aquello de lo que les contaba en la época de las fiestas. Esos cuentos míticos que se transmiten de generación en generación, tejidos en las noches estrelladas alrededor del fuego que nos conecta con algo ancestral. Que para mi, en ese momento una niña, me permitieron vivir la experiencia de conectar con la magia de lo simbólico.
Aquella noche, la magia entró a mi vida sin pedir permiso, sin preguntar, sin anunciarse. . . .avatares del destino de cada quien.
Entiendo que para nosotros, los seres humanos, lo simbólico nos convoca a una dimensión que no pasa por la razón, sino por el corazón. Lo simbólico nos conecta con nuestro inconsciente colectivo[1], con aquellas imágenes primigenias que Jung llamó arquetipos,[2] convocándonos al encuentro con nuestro Ser. Aquello que pensábamos perdido o inaccesible emerge de manera espontánea, tocando con nuestra consciencia. Experimentamos el símbolo vivo, lo sentimos. Para Cassirer la capacidad distintiva de la humanidad es la capacidad de simbolizar, lo que nos permite vivir no solamente en un universo físico sino en un universo simbólico. El lenguaje, el mito, la religión son parte de ese universo simbólico que conforman nuestra experiencia de vida.
[1] Inconsciente que es innato y universal existente en los seres humanos, de naturaleza anímica suprapersonal. C.G.Jung (2009). Arquetipos e Inconsciente Colectivo. Ed.Paidós.
[2]Los contenidos inconscientes colectivos son tipos arcaicos, primitivos, contenidos psíquicos que no han sido elaborados conscientemente. C.G.Jung (2009). Arquetipos e Inconsciente Colectivo. Ed.Paidós.