Al poco tiempo soñé con un símbolo que no recordaba haber visto antes: el Yin y el Yang.
Digo recordar porque, al
haberlo soñado, comprendí que mi inconsciente lo conocía, aunque mi mente
consciente lo hubiera olvidado. Intrigada, comencé a buscar su significado, y
al encontrarlo comprendí su mensaje: los opuestos son complementarios; la
oscuridad habita en la luz y la luz en la oscuridad, aun cuando no seamos
conscientes de ello. Ya estemos transitando momentos de sombra o de claridad,
ambos forman parte de una misma totalidad.
La imagen del Yin y el Yang revela, sin necesidad de palabras, la integración de los opuestos, la percepción directa de la unidad. Según Jung (2015)[i], en los sueños emergen fenómenos profundamente complejos del inconsciente, donde coexisten imágenes y fantasías que se repiten: la tensión entre claridad y oscuridad, la unión de los contrarios en un tercero, y otras manifestaciones que deben ser comprendidas simbólicamente. Los sueños, nos orientan cuando necesitamos claridad; son como faros que iluminan el sentido de lo que atravesamos.
Con estas dos experiencias
comprendí, aunque mucho permanecía aún en el misterio, que los estados
emocionales y las vivencias que solemos llamar buenas o malas
son, en realidad, parte de una unidad mayor que las contiene: nuestra
vida. Alegría y tristeza, luz y sombra, forman parte del mismo tejido. Todo
pasa, todo fluye, como recordaba Heráclito (540 a.C.–480 a.C.) al decir: “No
te bañarás dos veces en el mismo río”. Para mí, esa frase simboliza la
unión entre la permanencia del Ser y el fluir constante de la existencia.
También me remite al Arcano(1)de la Rueda de la Fortuna, que representa, en su centro inmóvil, la permanencia del Ser espiritual, mientras su borde gira, muta y se transforma a través de las distintas experiencias que moldean a la individualidad, la personalidad y el ego.
A partir de las experiencias relatadas comprendí que, la conciencia trasciende al cuerpo, aquello que los cristianos llaman alma, los místicos espíritu y Jung denominó psique. Comencé entonces a interesarme por los estados alterados de conciencia, adentrándome en un nuevo mundo. Me sentí especialmente conectada con las ideas de G. I. Gurdjieff (1867-1949) a través de los escritos de Maurice Nicoll, quien difundió el sistema del Cuarto Camino. Paralelamente, profundicé en las enseñanzas budistas, el sufismo y las corrientes de la Nueva Era. Estas influencias expandieron mi conciencia y produjeron en mí una verdadera transformación. Más tarde, durante mi formación en psicología, me sentí particularmente atraída por las corrientes existencialistas y, posteriormente, por la psicología analítica de Carl G. Jung.
[i] Jung, C., G. (2015). Arquetipos e Inconsciente Colectivo. Paidós, Ed. 6*impresión
(1) Arcano: carta del Tarot que cuenta una historia simbólica
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